Brexit 2020

La victoria conservadora del pasado 12 de diciembre confirmó la decisión del país de implementar su salida de la Unión Europea, lo que significa que por fin sabemos que el Brexit se producirá.

Tras más de tres años de incertidumbre, y en un clima de profunda división y agotamiento, los británicos han dado un respaldo inequívoco al divorcio y, por tanto, a la “recuperación del control sobre sus leyes y sus fronteras”, como si en algún momento la UE hubiera arrebatado esta soberanía al país en contra de su voluntad, y como si el gobierno y el parlamento británicos no hubieran negociado, firmado y ratificado todos y cada uno de los Tratados europeos desde su Adhesión a la UE en 1973.

Este primer paso para salir de su laberinto “emocional” es importante, pero la gran cuestión es si, finalmente, ésta será una buena o una mala noticia, ya que el país parece porfiar su futuro económico a las negociaciones comerciales con Trump y porque deberá afrontar el auge del nacionalismo en Escocia y la posible gestión de un nuevo referéndum de independencia.

Por otra parte, el gobierno de Johnson deberá “echar el resto” en la negociación de un acuerdo con la UE durante 2020; de hecho, el escenario de un “no acuerdo”, es decir, de una salida abrupta sigue existiendo, aunque ciertamente no conviene a ninguna de las dos partes.

Y, sin embargo, si los Veintisiete mantienen su “unidad de acción” frente a los británicos, respaldando el trabajo del equipo negociador que lidera Michel Barnier, podemos aventurar que, en cualquiera de los dos escenarios, Brexit “ordenado” o Brexit “duro”, perderemos menos que ellos. Triste consuelo para tanto despropósito.