De todos es sabido que la internacionalización empresarial es compleja; son muchas las variables a considerar, la “exportabilidad” de nuestro producto o servicio, la selección y priorización de mercados, la adaptación de la oferta, la búsqueda de canales adecuados en cada mercado o la estrategia de comunicación y, sin olvidar, la necesaria “musculatura humana y financiera” con la que afrontar el trabajo en nuevos y desconocidos entornos de clientes y competidores, y con el difícil reto de arrebatar cuota de mercado a estos competidores que, posiblemente, ya lleven tiempo vendiendo en estos mercados. Es por ello que la planificación es.